Carta enviada a El Mercurio de Santiago:
Hemos sabido que Luis Ajenjo no es ingeniero comercial, tampoco economista y menos ingeniero civil. Sin embargo, fue presidente de Ferrocarriles del Estado y vicepresidente de Metro Regional Valparaíso, cargos por los que recibió abundantes remuneraciones.
En el verano, supimos que Catalina Depassier, entonces directora de Chiledeportes, no era licenciada en Filosofía sino que sólo había cursado un semestre de la carrera. ¿Su especialización en deportes? Ninguna.
Los anteriores no son casos puntuales. En todo el país, se nombra a personas para que asuman cargos públicos respecto de los cuales no tienen competencias ni experiencia alguna. No sólo eso: en ciertos casos, las personas dicen tener títulos y grados que realmente no tienen. La ética escasea.
Ello habla, definitivamente, de la importancia menor que tienen para el Estado, y en esto el poder político es responsable y cómplice, las capacidades y el mérito profesional.
Mientras la Dirección Nacional del Servicio Civil llama a concursos para ocupar cargos en la alta dirección pública, en algunos ministerios, servicios públicos y empresas fiscales ser competente y tener conocimientos sigue dando lo mismo. “Operadores políticos”, amigos de diputados y senadores, o apadrinados de ministros, entre otros, tienen un mérito mayor: “ser del partido”.
Si la Presidenta, el Gobierno y los miembros del Congreso están realmente preocupados del desarrollo nacional y de que todos tengamos oportunidades, deberían empezar a mirar los currículos y escuchar las ideas de quienes desean aportar al bienestar del país y no jugar a la silla musical con los puestos públicos.