Los niños
He sido llamado (no conminado) a comentar nuevamente en mi blog, después de que la historia sobre el pub Bohemia y las reacciones a ella cumplieran un ciclo.
Pensé que se transformaría en la más comentada historia jamás contada, pero sólo soy un periodista con un buen número de amigos y conocidos, y no Alejandro Guillier o Fernando Paulsen, así es que sería iluso pensar en que llegaré a los 100 comentarios o más.
Tengo algunas cosas en mente ("El código Da Vinci", la eutanasia, los guachacas), pero mientras dilucido eso, quiero declarar mis ganas de ser padre. Lo dije y qué. Me conmueven los niños, me enternecen, creo que son lo más hermoso de la vida junto al amor.
Y por eso me doy la libertad de colocar a Vicente, hijo menor de mi amigo Abel, en este posteo. ¿Por qué a él? Porque sería feliz si tuviera hijos tan amorosos como los de amigo (Valentina es la otra y ya verán su imagen)... son encantadores y el mayor motivo de alegría en la vida de él. ¿Cómo no voy a querer tener un hijo? Supongo que algún día llegará el momento (no estoy haciendo un llamado público, por si acaso).
Quizás lo esperable era un posteo con un comentario de la actualidad o un poema o algo parecido, pero esta vez les regalo una imagen llena de felicidad, ternura, alegría, magia y amor. Los niños nos obsequian eso a cada rato y son un gran motivo para jugársela en la vida. Lo digo sinceramente, pues me ha pasado en el último año que los niños y su espontaneidad y candidez me emocionan. ¿Serán los años?