martes, enero 16, 2007

A propósito de la PSU: ¿dónde dejamos la mística?

Esta es una carta que envié hace unos días a La Tercera y fue publicada el lunes 15 de enero:

En la reciente PSU, los estudiantes de colegios municipales obtuvieron 457 puntos promedio, mientras que los de establecimientos pagados alcanzaron los 598 puntos.
Entre los colegios con los cien mejores puntajes promedio del país, hay sólo dos municipales y apenas seis subvencionados.
Todos coinciden en que tal brecha, por cierto preocupante, habla de una deuda en materia de calidad y equidad. Y muchos sugieren inyectar más recursos al sistema municipal.
Lo más seguro es que ello sea necesario. Sin embargo, al plantear soluciones, solemos olvidarnos de dos pilares: la mística y la disciplina.
Un colegio donde los profesores enseñan y guían desde el compromiso, y en el que los alumnos sí quieren aprender porque están concientes de que forjan su futuro, además de la activa participación de los padres, es uno que va por buen camino.
Un colegio en el que hay un trabajo sistemático y riguroso en la sala de clases, en un ambiente de genuino respeto y necesaria disciplina, tiene muchas posibilidades de ser exitoso en la formación de jóvenes críticos, inquietos y esforzados.
Estudié en un establecimiento con esas características, el Colegio Rubén Castro, de Viña del Mar, situado entre los mejores cien del país en la PSU. Pagábamos aranceles bajísimos, apenas teníamos equipamiento y me arriesgo a decir que mis profesores ganaban sueldos bajos. Pero estábamos ahí para aprender y a eso nos dedicamos.
Quizás sea hora de recordar que lo esencial está no en lo visible (computadores, canchas, que ciertamente deben estar), sino en la relación entre profesor y alumno, en el compromiso de los padres y en el espíritu de aprendizaje y trabajo que ello puede generar.